martes, 25 de noviembre de 2008

Las Mirabal y la violencia contra la mujer

Este artículo sube cortesía de la dirección de Vanguardia Virtual


Hoy, 25 de noviembre, se cumplen 48 años del asesinato de las tres hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa) y del ciudadano Rufino de la Cruz, por órdenes del cruel dictador Rafael Trujillo Molina.


Este hecho ocurrido en 1960 precipitó la caída de la satrapía, que había comenzado en el año 1930 y que concluiría con el ajusticiamiento de Trujillo el 30 de mayo de 1961.

Las Mirabal y De la Cruz fueron muertos por oponerse al déspota y participar del movimiento revolucionario clandestino 14 de Junio, principal fuerza de resistencia interna contra la tiranía.

El valor de este sacrificio, como fuente de inspiración e indignación, hizo que el pueblo dominicano reconociera como héroes y próceres a las Mirabal y a De la Cruz.

Con el paso de los años, las entidades dedicadas a la defensa de los derechos de las mujeres abogaron porque la fecha fuera adoptada oficialmente como conmemoración mundial.

Así, en el año 1999 la Organización de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, e instó a los gobiernos y grupos cívicos a reflexionar sobre este problema que afecta a todos los países.

La violencia que ejerce el hombre machista contra la mujer cobra cada año miles de vida en el mundo y deja una mayor cantidad de adultas y menores con lesiones permanentes y traumas sicológicos.

La República Dominicana no escapa a esta indignante realidad. Cada año mueren decenas de dominicanas o quedan gravemente heridas a manos de sus ex compañeros o de hombres que se consideran con el derecho de disponer de la vida de una mujer porque no ha correspondido a sus afanes de conquista.

A pesar de los esfuerzos de las autoridades y de las organizaciones cívicas, en nuestro país aún falta mucho por hacer para eliminar los hábitos machistas que datan de siglos.

Es necesario trabajar con los programas educativos, con las iglesias, con los partidos políticos y, sobre todo, con los hogares.

Es urgente e inaplazable que comencemos a desterrar las prácticas socioculturales lesivas a la dignidad y a los derechos de las mujeres.

La muerte de las hermanas Mirabal, además de un asesinato político, constituyó una expresión extrema de machismo.

En este caso surgida de un dictador que no podía concebir que las mujeres tuvieran la valentía y la dignidad para oponerse a su megalomanía ridícula y al uso abusivo de la fuerza.